Periodismo de guerra

El periodista Julio Blanck reconoció que Clarín hizo
“periodismo de guerra” contra el gobierno kirchnerista. En esta columna un
breve análisis del significado de esa declaración y sus semejanzas con la
situación brasileña.
Por Paulo Nogueira.- El ambiente periodístico argentino está
en llamas. El motivo es una confesión. El periodista Julio Blanck, editor jefe
y columnista político de Clarín, admitió en una entrevista que su diario
practicó “periodismo de guerra” contra Cristina Kirchner. Y añadió que eso es
“mal periodismo”.
Es un eufemismo.
Es crimen. “Periodismo de guerra” es crimen. Se tuerce
información para favorecer intereses propios del medio. Se engaña al público.
Blanck dice que le gustaría que Clarín volviese a ser la
consciencia media de los argentinos. ¿Pero cómo? Una vez que la credibilidad se
perdió, adiós. Es como la virginidad. O como la inocencia.
Es tentador pensar en el paralelo con los acontecimientos en
el Brasil. La prensa brasileña hizo –todavía hace- un periodismo de guerra
contra Lula, Dilma y el PT.
Un antiguo director de la redacción de la Veja, pionera en
periodismo de guerra, utilizó una expresión más suave. Habló de “periodismo de
excepción”.
Es lo mismo, apenas atenuado. Régimen de excepción, por
ejemplo, siempre fue un sustituto para dictadura.
La diferencia entre el caso argentino y el brasileño fue la
respuesta de los atacados. Cristina entendió que estaba en una guerra y se
defendió. Dilma, como Lula antes de ella, respondió con flores a las bombas. No
exactamente flores, por cierto, dinero. Dinero abundante. Millones de reales en
publicidad.
El espíritu maligno de los sectores del privilegio en la
región queda expuesto. Incluso sirve para entender por qué un ex presidente de
Turquía dijo con desprecio, refiriéndose al golpe fracasado, que su país no es
igual a las repúblicas de la América del Sur. (En esto nos han convertido los
golpistas, en un país ridiculizado en todo el mundo).
Volvamos al periodismo.
Usted admite métodos de guerra. Con eso, interfiere
directamente en la política y en la democracia. ¿Y eso no tiene consecuencias?
Apenas como comparación. En Inglaterra, apenas el centenario
tabloide News of the World reconoció que invadía celulares regularmente en
busca de datos, fue sumariamente cerrado. Al propietario, (Rupert) Murdoch, no
le quedó otra salida ante el clamor de la opinión pública.
Claro, en Brasil y en Argentina –más genéricamente en
América del Sur- las cosas son bien diferentes.
Los poderes fácticos hacen lo que quieren para mantener sus
beneficios y privilegios, incluido ahí el periodismo de guerra de las grandes
corporaciones mediáticas.
Y no pasa nada.
Los argentinos por lo meneos dieron un paso al frente en
relación a nosotros. Confesaron, a través del editor jefe de Clarín, el anti
periodismo que hicieron.
Ni siquiera eso ocurrió en Brasil.
Los dueños de los grandes medios fingen, de manera cínica,
que hacen periodismo. Sus reconocidos comentaristas y columnistas los emulan.
Pero todos sabemos que lo que practican Globo, Veja, Folha y
Estadão está muy lejos de ser periodismo.
Lo que hacen, robando la expresión de Blanck, es periodismo
de guerra.
Fuente: Va con firma
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