Argentina: Intento de Censura al libro “Operación Chacabuco.
Peronismo ortodoxo, dictadura, indultos”
¿Qué relación guarda el comisario torturador Miguel
Etchecolatz con la interna peronista de los años ´70, o el Batallón 601 con el
ex diputado nacional Julián Domínguez, o el asesino Juan Domingo López con el
ex vicepresidente de la nación Eduardo Duhalde? Pues, todos los caminos
conducen a la ciudad de Chacabuco, en la provincia de Buenos Aires (fragmento
del libro que se intenta censurar).
La crónica:
A mediados de abril de este año (2016) llegaron varias
cartas documento al domicilio de editorial Quadrata (dirigidas a Juan
Chazarreta, Bruno Napoli, editorial Quadrata, y diseñadores de tapa del libro).
La misiva convocaba para el día 29 de abril de 2016, a una audiencia de mediación por supuestos “daños y perjuicios”
que le habría producido el libro Operación Chacabuco a uno de los mencionados:
Julián Domínguez (ex intendente de Chacabuco, ex ministro de la nación, ex
presidente de la Cámara de Diputados de la Nación). Su abogado y representante es el Dr. Eduardo S. Barcesat.
La editorial solo pudo dar cuenta del autor, Juan J.
Chazarreta, y del responsable de la edición de contenidos fue Ariel Pennisi,
curador de la obra y encargado de la idea, diseño y demás formatos técnicos,
además de ser codirector de la colección Autonomía. Sobre el resto, al momento
de la primera audiencia, el abogado de la editorial no contaba con información.
Anoticiado, el autor del libro, Juan J. Chazarreta (quien,
si bien es oriundo de Chacabuco, vive Santiago del Estero como militante del
MOCASE-VC) viajó a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para hacerse presente en
la audiencia. Los abogados por la parte del autor fueron Oscar Rodríguez
(Equipo Jurídico del MOCASE-VC y miembro de la APDH) y Rodolfo Baque.
1º audiencia de Mediación.
El día de la audiencia, el ex diputado Julián Domínguez no
se presentó; su abogado tenía un poder para representarlo. La parte demandada
decidió retirarse no aceptando diálogo alguno dentro de la formalidad de la
audiencia, hasta que Domínguez no se hiciera presente. La mediadora propuso una
nueva mediación con fecha 27 de mayo. De todos modos, se tensó un debate entre
los abogados del autor y Barcesat, abogado de Julián Domínguez, quien dio a
entender que el “problema” estaba en el prólogo y la contratapa, y solicitó que
la pregunta retórica presente en el prólogo y plasmada en la contratapa debía
ser cambiada. (“¿Qué relación guarda el comisario torturador Miguel Etchecolatz
con la interna peronista de los años ´70, o el Batallón 601 con el ex diputado
nacional Julián Dominguez, o el asesino Juan Domingo López con el ex
vicepresidente de la nación Eduardo Duhalde? Pues, todos los caminos conducen a
la ciudad de Chacabuco, en la provincia de Buenos Aires. Y el libro que aquí se
nos presenta, logró, con rigurosidad historiográfica, demostrar cómo estos
caminos se cruzan”-fragmento del prólogo ubicado en la contratapa). La
información volcada en el capítulo correspondiente, que relata la vinculación
entre Julián Domínguez y el ex agente del Batallón 601 Joaquín de Anchorena,
fue reconocida incluso por la parte querellante. También se pidió un cambio en
el “diseño” de la contratapa. Los Dres. Rodríguez y Baque (por la parte de
Chazarreta) reafirmaron su postura de no dialogar sin la presencia del
denunciante (Julián Domínguez) y pidieron previo aviso si en la próxima
audiencia el querellante no habría de presentarse.
2º audiencia de mediación
El día 27 de mayo se presentó nuevamente Juan J. Chazarreta
(autor del libro) con sus abogados, Rodríguez y Baque; también se presentaron,
por su propia voluntad y por ser aludidos en las consideraciones del abogado
del denunciante (pues sostienen que el problema ya no es el libro sino el
prólogo y el arte de contratapa, como el propio Julián Domínguez dejó
trascender en una nota periodística en un diario de Chacabuco) Bruno Napoli
(autor del prólogo) y Ariel Pennisi (editor y curador). Nuevamente, el ex
diputado nacional Julián Domínguez no se presentó, dejando en manos de su
abogado Eduardo Barcesat su posición.
La parte demandada nuevamente se negó a avalar la mediación hasta tanto
no se presentara el denunciante. A pesar de que no hubo audiencia, E. Barcesat
insistió en el cambio del prólogo, y ante la negación rotunda de su autor,
Bruno Napoli, el letrado pidió –esta vez informalmente, ya que la audiencia
había quedado descartada– que “por lo menos” se ofrezca un texto de alcance
público dando cuenta de las razones por las cuales el nombre de su defendido
aparece en la contratapa del libro y en el prólogo (¿una suerte de
justificación o incluso disculpa por el prólogo?). Claramente, este pedido
también fue rechazado. Ahora solo resta esperar la decisión de la parte
denunciante, que tiene dos opciones: desestimar la denuncia por inconsistente,
o continuar la vía legal e ir directamente a juicio.
Últimas Noticias.
El sábado 18 de junio de 2016, Eduardo Barcesat dio una
charla sobre Derecho en la casa peronista de Chacabuco. Estuvo acompañado por
Julián Dominguez. Al final, hablaron del libro “Operación Chacabuco” donde
nuevamente no contaron todo lo sucedido, pues no aclaran por ejemplo que Julián
Dominguez, por segunda vez falta a la mediación, haciendo viajar a Juan
Chazarreta desde Santiago de Estero, donde pasa la mayor parte del año, pues
milita en el MOCASE; o por ejemplo dice
que el responsable de la tapa y contratapa no se presentó, cuando es falso,
pues si se presentó, pero se retiró al estar otra vez ausente Julián Dominguez,
con quien queremos hablar personalmente alguna vez.
El libro Operación Chacabuco cuenta, hasta el momento, con
las siguientes adhesiones:
Silvina Giaganti (Integrante de la comisión de Trabajo por
la reconstrucción de Nuestra identidad)
*CECIM (Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas La Plata)
*CEVECIM (Centro el Veterano Ex Combatiente Islas Malvinas
Berisso)
*ACOMADEH (Asoc. Combatientes de Malvinas por los DDHH)
*Nora Cortiñas
*Osvaldo Bayer
*APDH La Plata
*APDH Mesa Nacional *MOCASE-VC *MNCI-VC
*Comisión Memoria y Justicia de Chacabuco
Prólogo de Operación Chacabuco
Un silencio quebrado.
Solo una cosa no hay, es el olvido
Dios, que salva el metal, salva la escoria
Y guarda, en su profética memoria,
Las lunas que vendrán, y las que han sido.
Jorge Luis
Borges. Everness. (El otro, el
mismo. 1964)
Romper el silencio se impone como una tarea colosal en este
libro. Años de una palabra en voz baja, años de un secreto a voces de lo que
sucedió en Chacabuco, quedan, como sostiene Borges en el poema “Everness”,
cifrados en la memoria de las lunas que vendrán. Pero además, como mérito
extra, y no menor de esta investigación, Juan Chazarreta nos trae de un supuesto
olvido, nombres cotidianos, nombres de la primera línea de la política actual,
como si la reconstrucción que realiza de su ciudad, hablara en tiempo presente.
Nombres que han forjado, mal que nos pese, el derrotero de los últimos 40 años
de la Argentina, y todos están ligados, de una u otra forma, a Chacabuco.
Genealogía
¿Qué relación guarda el comisario torturador Miguel
Etchecolatz con la interna peronista de los años ´70, o el Batallón 601 con el
ex diputado nacional Julián Dominguez, o el asesino Juan Domingo López con el
ex vicepresidente de la nación Eduardo Duhalde? Pues, todos los caminos
conducen a la ciudad de Chacabuco, en la provincia de Buenos Aires. Y el libro
que aquí se nos presenta logró, con rigurosidad historiográfica, demostrar cómo
estos caminos se cruzan. Uno de los primeros logros del libro, consiste en
acercarnos a una realidad muy dura de la Argentina de los 70: el terrorismo de
Estado fue posible, entre otras cuestiones, por la dura interna peronista de
esa década. En Chacabuco, como en muchas ciudades e incluso en 6 gobiernos
provinciales, el último gobierno peronista estuvo marcado a fuego (cruzado) por
las luchas intestinas entre la ortodoxia peronista (de derecha recalcitrante) y
los sectores juveniles del peronismo, que determinaron destituciones a granel
de intendentes por toda la Argentina, e incluso golpes palaciegos en varias
gobernaciones. Esta interna, cuenta como elemento fundamental, la participación
de fuerzas militares y policiales, que intervinieron en favor de los sectores
ortodoxos, con una violencia sobre los cuerpos (asesinatos y desapariciones de
centenares de militantes) que sería el prolegómeno de lo que la última
dictadura militar aplicaría a escala nacional. Operación Chacabuco nos da
indicios concretos de estos actos, de las internas que cruzan la ciudad, de la
lucha. Y nos trae nombres que luego tendrán peso a nivel nacional tanto en
dictadura como en democracia. Aquí aparece la escabrosa genealogía: el
torturador Miguel Etchecolatz dirigiendo el operativo policial que asegure la
destitución del intendente de Chacabuco, denunciado por “simpatizar con los
jóvenes marxistas del movimiento peronista”. O Juan Domingo López, enviado como
“delegado normalizador” desde Lomas de Zamora (cuando el joven del peronismo ortodoxo
Eduardo Duhalde ocupaba la intendencia luego de destituir al auténtico
intendente Pedro Turner) y terminará asesinando a Máximo Gil. Para completar
una genealogía de ignominia, el autor consigue el testimonio de un ex agente
del terrible Batallón 601 del ejército, quien luego será un protegido político
de Julián Dominguez…..todos los caminos cruzados y el peronismo como razón
permanente de estos senderos.
La antesala.
Cuando las FFAA argentinas tomaron el poder en 1976, se
hicieron cargo del Poder Ejecutivo nacional y de las gobernaciones
provinciales. Pero al mismo tiempo, los mandos militares debieron designar
intendentes en los cientos de distritos que conforman hoy el mapa político
argentino. En la provincia de Buenos Aires, el general Ibérico Saint Jaint
(gobernador designado por Videla) acusando recibo de lo que heredaba, nombró
civiles en el 90% de los 124 distritos. Pero hizo dos fundamentales excepciones
para mantener la disciplina: por un lado el conurbano bonaerense, distritos
fabriles y álgidos de la militancia. Por otro lado tres ciudades del interior
de la provincia, una de ellas Junin. En estos dos espacios distritales nombró
intendentes militares. Mencionamos la ciudad de Junín, clave en este libro,
pues desde esta localidad vecina salieron los operativos armados para la
represión en Chacabuco. Allí cumple funciones durante 6 años, un intendente
militar. Nada casual. Nada librado al azar. Y el autor logra desentrañar esa
lógica con un conocimiento del organigrama represivo poco común.
Paradojas.
Un detalle que nos recuerda el libro: el dictador Ibérico
Saint Jaint firma el decreto 9443/79 denominado “Ley orgánica de
municipalidades”, que establecía, entre otras cosas, la posibilidad de remover
intendentes, y designar nuevos, de acuerdo a su actuación pública. Y aquí, la
primera paradoja: esta “atribución” de sanción ya había tenido lugar en
democracia, de “facto”, durante el período 1973-76. En esos aciagos años, los
delegados “normalizadores” del peronismo, podían elevar informes al gobernador,
denunciando desvíos en la “doctrina justicialista” y comenzar una campaña de
desestabilización en la intendencia, que siempre terminaba en la destitución
del intendente, y su reemplazo por el peronista que se ajustara a la “norma”.
Siempre un ortodoxo.
Otra atribución obvia que se otorgó la dictadura militar fue
la persecución de los opositores políticos al régimen, con el consecuente
secuestro y posterior desaparición de estos activistas. Y el autor nos trae
otra vez la paradoja: durante la breve democracia 73-76, la feroz interna
peronista entre bandas armadas desde el Estado, y la juventud del partido, se
basó en denuncias que hacían los primeros en dependencias militares o
comisarías contra los segundos (tildados de “infiltrados marxistas” y “apátridas”)
que luego eran secuestrados, torturados, y muchas veces asesinados o
desaparecidos, por los mimos que los habían denunciado. Quienes no fueron
alcanzados en este período por la barbarie de estos grupos armados, lo serían a
partir de 1976, en base a las mismas denuncias. Un hecho resonante que nos trae
el libro, solo como mención, pero que tiene relación con lo narrado en esta
investigación es la “masacre de Pasco”, nada menos que en Lomas de Zamora,
durante la intendencia ortodoxa de Eduardo Duhalde, quien luego será
vicepresidente de la nación durante el gobierno de Carlos Menem e indultará a
los instigadores del asesinado del presidente del HCD de Chacabuco.
Dolor
Octubre de 1990 se presentó escandaloso para la política
argentina, y doloroso para Chacabuco: Eduardo Duhalde, en ese momento
vicepresidente de la Nación, aprovecha una gira del presidente Carlos Menem por Europa, y tres días antes
del regreso de este, firma un “indulto complementario”, como el mismo lo define en un intento de defensa
pública. El diario “El País” de España, en su edición del 31/10/90, nos dice
“Argentina rechaza con el silencio los indultos (….) El pasado lunes fue en
Chacabuco, una ciudad rural de unos 30.000 habitantes situada a unos 200
kilómetros al oeste de Buenos Aires. Hasta la tradicional Fiesta del Maíz se
suspendió para que los vecinos pudieran participar en la marcha del silencio
contra dos nuevos indultos firmados esta vez por el vicepresidente, Eduardo
Duhalde, a cargo del poder ejecutivo”. A los pocos días, es el mismo Duhalde
quien se presenta en el programa político más visto de ese momento “Tiempo
Nuevo”, conducido por el periodista
Bernardo Neustadt, y da una explicación desopilante del caso: “recibo un expediente
iniciado el 15 de octubre del año pasado. Se presentan dos ciudadanos, a quien
no conozco, nadie me habló de ellos, y viene el expediente a mi firma, pregunto
de que se trata, me dicen ´de un indulto complementario´, son personas que
reclaman, dicen haber sido torturados, saqueadas sus casas. Surge del
expediente que estuvieron dos veces
citados, fueron dejados en libertad, cinco años después sale un auto de prisión
preventiva, y se van… se dicen perseguidos y se van….Cuando se producen los
indultos, se enteran, están fuera del país y reclaman, porque creen que tienen
derecho. ¿Y cuál es el derecho?: que están en la misma causa donde los
homicidas, convictos y confesos están indultados”. La explicación, si no fuera por la gravedad del hecho, es digna
de una sátira política, por las definiciones sin ningún tipo de rigurosidad que
ofrece como defensa. Está hablando de dos personajes políticos del Chacabuco de
los años ´70, instigadores del asesinado de quien fuera Presidente del HCD de
esa ciudad, don Miguel Máximo Gil; y dice que se fueron, cuando en realidad se
profugan al determinarse un auto de prisión por sus aberrantes actos. Son dos
prófugos de la ley argentina, instigadores de un homicidio, y Duahlde dice “dos
ciudadanos que se van….”. Toda una definición para un abogado. Pero además,
falta a la verdad, pues no son ellos los que reclaman, sino el juez de Mercedes
Zitto Soria, personaje clave en el comienzo del menemismo, que llega de la mano
del PJ al juzgado de marras, y por actos reñidos con la ley, el propio Senado
de la Nación debe iniciarle un juicio político (expte. 942/90) que va a
determinar la renuncia del magistrado para no caer en mayores desgracias
(Boletín Oficial del 4/02/1991 donde obra decreto 189/91 de aceptación de
renuncia).
Final abierto.
Podríamos continuar describiendo las perlas que ha rescatado
este libro, pues vuelve a demostrar que los dispositivos estatales de represión
política en la Argentina de los 70 no fueron aislados. Formaron parte de
espacios articulados donde, como bien se demuestra aquí, lo nacional,
provincial y municipal funcionaron coordinados. Que las zonas militares en que
se dividió el país durante el último gobierno peronista fueron la antesala para
el terrorismo de Videla, Massera y compañía. Que esos nombres de la política de
internas partidarias serán hacedores de los posteriores años de nuestro país.
Que además se cubren entre ellos, con la ayuda de un poder judicial siempre
permisivo a los momentos políticos.
Pero también nos viene a demostrar que falta mucho por decir
en la historia reciente argentina. Y que una de las formas de entender esta
historia es profundizar las investigaciones municipales y provinciales, pues se
cruzan de manera inevitable con las decisiones que a nivel nacional tomaron las
diferentes administraciones, tanto en dictadura como en democracia. Lo que sucedió con las provincias de Formosa,
Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Salta y Santa Cruz durante el período 1973-76
es una muestra más que clara de lo que aquí se expone: en cada una de estas
provincias se realizó un golpe palaciego y la “destitución” de los
gobernadores, denunciados por simpatía con
sectores de la juventud de izquierda en el peronismo, derivó además en
el encarcelamiento de algunos de ellos, en incluso la desaparición del Dr.
Ragone, de Salta (único gobernador en la historia argentina que fue
desaparecido en democracia) o el caso del vicegobernador de Córdoba, que luego
de ser destituido, corrió la misma suerte que Máximo Gil, secuestrado y
asesinado. Esto sucedió en muchos municipios, calcado, y este libro lo viene a
demostrar.
Creemos firmemente que es una buena invitación a revisar
cientos de historias similares, que nos ayudarán completar el mapa del devenir
reciente. Atender y comprender vivencias que puedan desentrañar secretos;
silencios cotidianos pero no por eso menos conocidos, que nos demuestren, como
en “El otro, el mismo” que las vivencias propias, con su dolor y su placer,
pueden ser el universo mismo en la historia de un país.
Bruno Napoli
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